CRÍTICA Y ENTREVISTA POR SOLEDAD VILLALBA
Supongo que todo nos recuerda algo. En la obra de Luis Fraile comenzamos por una guerra de imágenes que tienen la incertidumbre y la indefensión de los seres contradictorios, representados de modo irónico y sarcástico hasta llegar al esperpento. Esta sería la primera parte, en la que también recoge una herencia escultórica en la figura, en la forma de la figura, para facilitar coherencia. Aunque mientras va en dirección contraria, hacia la abstracción. Constatan a Luis Fraile sus gustos por Rembrandt, El Bosco, Caravaggio, Juan Gris o Henry Moore.
Los símbolos, al interpretarlos, dicen lo que emergen sin censuras en el lado oscuro, más oscurantista. Y el exceso se afirma y se exhibe como personaje de todos los tiempos. Una licencia para la sátira contundente de lo viejo, lo nuevo, lo reaccionario, la brutalidad, la agresividad dialéctica y física, el carácter reflexivo. ¿Qué mejor que invertir lo conocido? Al ver los cuadros nos asaltan mil recuerdos, memorizamos ante la simplicidad y decantación del gesto del pintor. Pero la parodia es que también nos hacemos cómplices del sarcasmo. Porque, tanto el artista como el que contempla, se sienten más «cogidos» de lo que se creen. El sentimiento o la percepción que oscila entre la mirada de lo que hay dentro, encerrado en trazos gruesos, nos puede estabilizar la fiebre expresionista alemana que la moda ha recogido en estos últimos años y dar el paso del francés Perec en El gabinete de un aficionado.
Esto no significa que la pintura de Luis Fraile haya superado por ejemplo, la de Hannah Höch. Sería un planteamiento absurdo. Nadie supera, sólo tiene su propia voz, para atrapar un rastro. Fraile no cree que haya que pintar «Un rincón» con perrito y los desconchones del tiempo, como hicieron la «nueva ola» de valores, ni jugar con componentes psicológicos de la «vieja guardia». Al menos su intención no es realizar un best-seller de componentes educativos y otros factores. El arte, por suerte, se libra de eso.
Parafraseando Las ciudades invisibles, de Italo Calvino, a través del esperpéntico esfuerzo de iniciar un camino por los cuadros, sacudiendo la imposibilidad de la voz y el oído en la pintura, vamos a configurar un espacio que no sea onírico, aunque tampoco sea reconocible en una realidad consciente. El área que ocupa el mundo de las criaturas de Luis Fraile se puede vislumbrar en la ciencia-ficción. Transparencias que flotan en fondos de color no estridente. Burbujas que parecen recordar los primitivos bordes de civilizaciones encalladas en la isla de Pascua. Incluso las figuras adelgazan, otras veces parecen descubrir un alimento y, entonces, procrean. Los mitos son más monstruosos, entre las enredaderas, el toro-pájaro, la virgen-vestal, o el ángel-insecto que contempla la ciudad mientras duerme. Todas las figuras muestran sus atributos sexuales como símbolos fértiles realizando una actividad, el estudio, la pesca de peces voladores y todos unidos, en simbiosis total. Un proceso químico que ironiza Luis Fraile a contraluz en el arte abstracto, utilizando formas menos usuales que en la figuración, sin salirse de lo concreto del símbolo. El fin es estimular, como en este caso, un espacio o una ciudad invisible o suboceana.
La explicación a la que he llegado puede ser ésta, y, al verse de nuevo, imaginar mil cosas distintas. Así, el que se acerque puede ver el reflejo de esta ciudad y su interior para sacar más placer de su propia fantasía. Tal vez la pintura sea una figura sobre un fondo y, si le damos la vuelta por el otro lado, nacen otras sombras que seguimos contemplando desde lejos. Subrayo esto únicamente porque ése era el lado que tenía más cerca, e indiscutiblemente porque supongo que el artista permanecerá en estado de sorpresa durante cierto lapso.
Luis Fraile - " Ha habido varias etapas de iniciación profesional. La enseñanza era realista y luego más o menos figurativa. Pienso que nadie puede llegar al abstracto de modo espontáneo. Si el arte abstracto tiene sentido es por esa capacidad de síntesis, de magma de sentimientos, como la poesía en literatura. También en el comienzo he copiado mucho en los museos. Siempre me ha gustado la técnica y el dibujo porque creo que es el único medio por el que te puedes ir aproximando a lo que quieres decir, para constatar quén eres y si tienes algo que decir con luminares como los que circundan.
Después de dibujar mucho vas quitando lo que sobra y puedes acercarte un pelín más a lo que presientes. A mayor conocimiento se te amplía el entorno creativo y el contorno humano. Te das cuenta de que te falta mucho por aprender y que tienes que estar muy despierto para no caer en dar vueltas en círculo. Siempre tengo motivos que me estimulan a investigar. Una vez que he terminado un cuadro, no puedo hacer otro igual porque me aburro. "
Luis Fraile - " En mi pintura utilizo, en este momento, el óleo, el acrílico y el yeso, porque la textura del trabajo que estoy haciendo lo necesita . Lo mismo mañana cojo una plancha de hierro o cualquier otro material. La pintura en sí es un engaño, porque juegas con tres dimensiones en una sola dimensión. Si, por decirlo de algún modo, necesito una mayor corporeidad, puedo utilizar cualquier materia que sirve exclusivamente a lo que el cuadro pretende. El color sirve también a la idea, sin que por ello pase por encima de la belleza. Mis colores son muy buscados, limpios y poco convencionales. Marrones y grises que resultan puros por contraste de los tonos. El color y la materia siempre han existido para crear un artificio bello. "
Luis Fraile - " Porque trato en mi pintura elementos oscuros. Cualquier artista del que nos separen siglos también se enfrentaba al oscurantismo. No es casual que la Iglesia se haya preocupado en exceso del erotismo. Yo me enfrento al sexo sin censuras, con espontaneidad, sin disciplina, porque es algo que emerge. El sexo espontáneo no es nada erótico. Pero es energía lo que yo trato racionalmente de quedarme para mí. También ironizo mucho, incluso soy sarcástico para burlarme más de mí mismo que de los demás y sus creencias. "
Luis Fraile - " No he entrado en los circuitos feriales, ni he estado al pie del cañón, por eso quizá no crea demasiado en las ferias de arte. Cuando estaba con Juana Mordó, en vez de continuar trabajando en Madrid me fui a París. Allí me preocupaba hacer grabados, pintar, y un marchante catalán se ocupaba de vender mi obra. Luego fui a Toronto y no me faltaba un marchante, en este caso un astuto colombiano. Ahora estoy viviendo en Madrid y me lleva Antonio Blanco de la galería Novart, que no participa en ARCO desde hace un par de ediciones.
Me han propuesto participar con otros artistas. Sé que es difícil, pero creo que la mejor forma de participar en una feria es con tu obra y tú solo en un stand. Este año no ha sido, y espero que si no es el que viene sea el próximo. Ahora estoy trabajando en una serie de exposiciones individuales para comenzar en el mes de Marzo en Amsterdam y asegurar otras en Nueva York, Toronto y Berlín. Siempre he estado de un lado para otro. "
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